miércoles, 18 de julio de 2012

La Catedral del tapeo


Los clichés y los estereotipos tienen cada día más vigencia a pesar del acceso sin límites al conocimiento que prestan las tecnologías de la información. Los medios de comunicación y la publicidad en concreto, juegan un papel importante en este sentido. Un ejemplo de ello es el caso andaluz, donde sobrevuelan los mitos eternos usados como reclamo, que al final terminan calando desde los ámbitos más populares hasta los más institucionales.Parlamentoandaluz.es no es la web del Parlamento de Andalucía, sino la de una franquicia de bares de Murcia que tiene el mismo nombre que la Cámara andaluza. Entre los puntos fuertes de su carta están bocadillos como el 'tránsfuga' o el 'parlamentario', entre otras tapas.Más allá de que la web tiene un diseño bonito y probablemente inocente, detrás de la idea que proyecta esta franquicia se esconde una simplificación que a la larga sí puede ser más peligrosa. La voluntad del impulsor es ser fiel a las "auténticas fuentes y cunas de la cultura andaluza", lo cual ya es de por sí discutible. Pero lo que se entiende por cultura generalmente puede ser considerado un concepto muy amplio que, queda de alguna manera, exento de valoración. La cuestión es que al relacionar lo que personalmente se entiende por cultura andaluza, con una institución como ésta, se cae en una frivolidad grave. Y el descrédito de la ciudadanía en las instituciones –sobre todo las relacionadas con las formas de democracia-, puede llegar a situaciones indeseadas. En la historia hay ejemplos más que demostrados.En un momento de crisis como éste, donde la gestión de éstas instituciones ha sido indudablemente equivocada, es necesaria la búsqueda de una renovación colectiva que vaya en una dirección positiva, de hecho, es lo que está demandando la calle, a través de movimientos como el 15M.Aunque sólo se trate de un bar, un negocio aparentemente honesto, el Parlamento de Andalucía debería cuidarse de ser confundido con una franquicia de bocadillos graciosos. El problema está en que si la propia institución no logra desvincularse del cliché más rancio, probablemente nunca lo van a conseguir los andaluces por sí mismos.El Parlamento de Andalucía, -tenga resultados más discutibles o menos en su trayectoria política-, es la única entidad que representa a nivel legal, jurídico y a todas luces práctico, la identidad andaluza. Lo que diferencia a los andaluces de los riojanos, por ejemplo, no es consumir más gazpacho o escuchar flamenco, sino que las decisiones que más le afectan en su día a día se tomen en esa institución y no en otra. Su soberanía (más o menos discutiblemente representada) está en esa institución y quizá no es aconsejable frivolizar con ella, sobre todo con la que está cayendo.Que un bar de bocadillos decida ponerse el nombre de la máxima institución que representa la autonomía andaluza para resultar gracioso o atractivo no tiene por qué resultar ofensivo en sí mismo. Pero la cuestión es que para ser gracioso, tenga que adoptar el nombre del Parlamento andaluz y no el de otro territorio. Ése es el problema y el que debería obligar a reflexionar, e incluso tomar medidas.

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